¿QUIÉN MANTIENE LOS SENDEROS EN NUESTRO PAÍS?

Podríamos redactar y finiquitar la respuesta rápidamente diciendo que son los voluntarios, pero vamos a intentar profundizar un poco más en el tema.

Las administraciones públicas tienen la obligación de inventariar los bienes y derechos que integran su patrimonio, y ahí se incluyen los senderos (artículo 32 de la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas), y a esto mismo también están obligadas las Entidades Locales (Ayuntamientos).

Pero, ¿cual es la realidad?, pues que la mayoría no lo ha realizado, y como además costaría una pasta, el tiempo pasa, los caminos se han ido cerrando, y puntualmente se arregla alguno para señalizarlo.

No os asustéis que no está todo perdido, por suerte, hay gente que por su cuenta y riesgo, y por un instinto difícil de explicar, de tanto en tanto sale a las montañas con sus herramientas a podar árboles, quitar piedras, cortar hierba y rellenar zanjas, si amigos, esta especie existe en nuestro territorio, y si no fuera por ellos lo ibais a tener claro para salir a rodar por los senderos, y los fabricantes de bicis para venderlas.

Pero si hemos comenzado diciendo que esto son bienes patrimoniales, ¿por qué no son las administraciones quienes se encargan de estas labores?, pues porque los senderos han quedado en un segundo plano desde que se inventaron los coches, y se invierte la mayoría del dinero en las carreteras (no en todas, porque algunas dan pena), y en hacer pistas forestales.

Así que con este panorama, las federaciones de montaña asumieron en su momento la gestión de la homologación de algunos senderos para señalizarlos, y algunos promotores (la mayoría ayuntamientos) han recuperado algunos senderos aprovechando alguna subvención para uso turístico con estas directrices.

¿Es este sistema sostenible y funcional?, a nuestro entender no, el principal problema reside en el mantenimiento tanto de la señalización como de los propios senderos, en la mayoría de los casos el sendero se recupera como buenamente se puede, (hay pocos técnicos especializados), se señaliza, y a partir de ese momento queda abandonado a su suerte. Por desgracia, en la mayoría de los casos no hay ninguna organización que mantenga y resuelva las incidencias que se ocasionan en los senderos, si se cae un pino grande la gente abre camino por otro lado, si se hace un reguero lo mismo, si se rompe o cae una señal ahí se queda o en el mejor de los casos la pone alguien con unas piedras.

Vivimos en una cultura demasiado acostumbrada a inaugurar cosas y posteriormente abandonarlas a su suerte, y entre estas cosas se encuentran los senderos. Cada dos por tres nos enteramos de que un ayuntamiento o una diputación ha inaugurado una ruta fantástica con una señalización carísima y que será la panacea, a los dos días queda en el olvido nadie mantiene nada porque por supuesto nadie ha pensado que hay que hacerlo, y ahí se queda eso.

Pero no todo está perdido, desde hace unos diez años, en algunos lugares de nuestro país, se han puesto en marcha algunas iniciativas comandadas por aficionados al MTB y a la montaña, que se han dedicado a recuperar y mantener algunos senderos que cayeron en el olvido y fueron invadidos por la maleza hace decenas de años.

Inicialmente estos trabajos se han realizado de forma voluntaria reuniendo a grupos de gente muy motivada y con ganas de conseguir crear redes de senderos que lleguen a configurar un destino de MTB gestionado.

Con el tiempo, en algunos de estos lugares, los trabajos se han ido profesionalizando en la medida de los posible, pero por desgracia, la falta de inversión pública hace que muchos de los trabajos se sigan haciendo de forma voluntaria.

Las colaboraciones público-privadas son en teoría la solución para que estos destinos mayoritariamente ubicados en zonas rurales, puedan tener una continuidad, profesionalizarse, crear empleo, atraer visitantes, fijar población, facilitar la extinción de incendios, gestionar el entorno rural, aumentar la facturación de los establecimientos de los pueblos, y evitar la despoblación de esa famosa España vaciada de la que tanto se habla pero en la que poco se invierte.

Así, el panorama es el siguiente: los destinos gestionados sobreviven gracias al esfuerzo y determinación de la gente que trabaja de forma altruista en ellos con pasión, con el poco dinero de que disponen contratan de forma temporal a profesionales, y una gran parte de ese dinero lo recaudan mediante cuotas de socios, venta de merchandising y algún evento o campaña que organizan para conseguir un poco de dinero. Algún ayuntamiento se va sumando para ayudar.

El mantenimiento continuo es fundamental para que los senderos estén en buenas condiciones de uso, pasa lo mismo con las calles, las pistas forestales, las carreteras y todos los lugares por donde se circula. Si estos trabajos los realizan profesionales de los propios pueblos, los costes son muy bajos y las incidencias se resuelven de forma rápida y eficaz.

Esperemos que con el tiempo, las administraciones se sensibilicen con estas cuestiones y tomen nota de lo que se está haciendo en los destinos de otros países de Europa donde se invierten hasta millones de Euros en estos menesteres, los destinos gestionados generen economía y de ello se aprovechan las mismas administraciones sin que les cuesta nada, mientras tanto seguiremos luchando hasta que nos aguanten las fuerzas…o la paciencia.

 

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